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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002

 

LÍNGUA ESPANHOLA

 

Sobre ciertas formas de se dizer brasileiro1

 

 

María Teresa Celada

USP (São Paulo)

 

 

Podríamos empezar haciendo un reconocimiento según el cual diríamos que, en Brasil, históricamente y de forma general, el español funcionó como una lengua de la cual se podía tener el "usufructo" sin la necesidad de someterse al trabajo de estudiarla. Pensemos si no en la metonimia que se consagró: español (un español imaginario) - lengua parecida al portugués - lengua fácil, metonimia esta que llegó a culminar en una metáfora: en el lugar del español, una lengua espontánea cuya expresión fue (y aún es) el portuñol. El portuñol como una extensión de la propia lengua; como una versión de un español imaginario; como la pura expresión de una posición discursiva a la que le asignamos el nombre de "ilusión de competencia espontánea".2 El portuñol interpretado, en fin, como una forma de se dizer brasileiro.

En el actual proceso de aprendizaje, sin embargo, cuando, de hecho, en la relación con el funcionamiento de la lengua española en el discurso, se da el encuentro con lo real, las referidas promesas de goce parecen no confirmarse. Tenemos indicios de lo que decimos: los aprendices atribuyen al español una serie de designaciones o juicios que podemos interpretar como proyecciones imaginarias. Entre las principales, se encuentran las siguientes: lengua correta, detalhista, redundante, complicada, rebuscada, formal, mandona. Las mismas nos dan pie para formular una pregunta: ¿desde dónde, desde qué posición el brasileño realiza estas enunciaciones?3

Para elaborar una respuesta plausible, pasaremos a interpretar un poema de Oswald de Andrade que, por el hecho de inscribirse en el largo "trabajo de legitimación" de la lengua del brasileño en la escritura (en este caso literaria) (cfr. Orlandi, 2002, p. 231), nos permitirá analizar y comprender un aspecto fundamental de su subjetividad. El poema, que se llama "Pronominais" (cfr. Andrade, O. de, 1990b), dice así:

Dê-me um cigarro
Diz a gramática
Do professor e do aluno
E do mulato sabido.
Mas o bom negro e o bom branco
Da Nação Brasileira
Dizem todos os dias
Deixe disso camarada
Me dá um cigarro.

En los cuatro primeros versos, se vincula la producción del enunciado "Dê-me um cigarro" a la gramática del profesor y del alumno y del "mulato sabido".4 Inmediatamente, por medio de la conjunción "mas", se establece una relación adversativa que cambia la directividad del decir. De hecho, de acuerdo con conceptos de Guimarães (1987 y 1998), si tuviésemos que añadir un enunciado, éste se articularía con el fragmento encabezado por la conjunción "mas", o sea, seguiría la orientación argumentativa del segundo fragmento de la adversativa y no la del primero. Este cambio en la orientación implica un movimiento de separación y, en este sentido, el poema podría continuar incorporando otros ejemplos de lo que "o bom negro" y "o bom branco" dicen todos los días en Brasil o, si no, formular de forma explícita una apología de algo que Mario de Andrade, la otra figura clave de la vanguardia modernista, llamaba nosso gostoso falar y que, aún en aquel momento – en el que el proceso de legitimación de la escritura literaria en lengua brasileña estaba avanzado –, la oponía a nosso dificílimo escrever (1972, p. 223). De hecho, el "itinerario" de la argumentación del poema muestra en funcionamiento, y con gran poder de síntesis, una rutina que al brasileño le gusta, le ofrece goce, le da gusto.

Es posible observar que tal rutina consiste en ocupar una posición-sujeto que "safa" del deseo controlador, absorvente, engolfante de un Otro que funciona como una fuerza omnipotente y controladora.5 Se desprende del poema que el sujeto de la enunciación goza(en el sentido jurídico del término: usa, usufructúa, aprovecha) una forma de decir lo que ese gran Otro – "imaginarizado" como la Gramática, como el Ilustre Profesor – no admitiría y, por lo tanto, no podría compartir; por eso, esa producción queda fuera del ámbito de su control. El sujeto de esa enunciación, en fin, con "estilo gozador", gambetea, como dirían los porteños – "dribla", dirían los brasileños fútbol mediante –, el "formalismo obligatorio del buen uso del lenguaje".6

Esa rutina desafiadora consiste en discriminar una manera de hablar, en separarse de esta. Es un gesto que se inscribe en el "trabajo de separación" que tiene lugar en los países en los que hay una lengua de colonización, pues en estos hay que hablar, como observa Orlandi, de una "heterogeneidad lingüística" (1994 y 2002). Según la investigadora, el brasileño, al hablar portugués, está en un punto de disyunción (separación, división) obligada y su lengua significa en una filiación de memoria heterogénea con respecto al portugués de Portugal. El portugués sería entonces una lengua "clivada" por dos historias y el efecto de homogeneidad debe ser interpretado como efecto de una historia de colonización.7

Retomando el poema, en su itinerario, concretamente, se aprueba el reemplazo de "dê-me" – la "forma correcta"desde el punto de vista de la gramática (y de la escritura) que la escuela, como secuela de un proceso de colonización conserva, por "me dá", forma que, desde esa misma perspectiva, no sería aprobada, fundamentalmente, a causa del pronombre en posición inicial de frase. Pero hay también una oscilación de desinencias verbales que, de una tercera persona gramatical "dê" pasa a una segunda "dá" y esto se une al hecho de que en el fragmento "deixe disso camarada" el verbo está conjugado en tercera. La oscilación entre segunda y tercera persona en la forma del tratamiento del interlocutor es característica de ciertas variantes orales del brasileño, lo que nos permite decir que se configura en esos versos um conjunto de rasgos que inscribe los enunciados Deixe disso camarada / Me dá um cigarro en la oralidad.

La referida aprobación de la forma "Me dá" – su "legitimación", pues en el poema se trata de darle una cálida bienvenida, sin restricciones – no sigue criterios gramaticales. En la búsqueda emprendida por la directividad del decir camina el deseo de identificarse con una subjetividad, un modo de subjetivación que, con base en formulaciones de Rolnik (1998), definiremos como antropofágico.Para formular este concepto, la investigadora reflexiona sobre la conocida práctica de los indios tupís que consistía en devorar, entre sus enemigos, no a cualquiera sino exclusivamente a los bravos guerreros. Considera, también, los textos de Oswald de Andrade en los que la antropofagia gana um sentido que supera la literalidad del acto de devoración, pues el estudioso extrae la fórmula ética de la relación con el otro que preside el ritual tupí para hacerla migrar al terreno de la cultura. Rolnik, al interpretar la práctica antropofágica como una "forma de ritualizar una cierta relación con el otro, con la alteridad" (id.), sienta las bases para teorizar, con relación al brasileño, sobre lo que denomina una subjetividad antropofágica.

La primera pista que el poema nos da acerca de la subjetividad que en su textualidad se defiende es el hecho de que la apología de la oralidad incentiva, por medio de un ejemplo, la "inclusión millonaria de todos los errores" de la que Oswald hablaba en el "Manifiesto Antropófago", un verdadero programa con relación a la lengua y al lenguaje. Pero, además de que esa legitimación de una forma de hablar incluya errores, encontramos un rasgo indicador del funcionamiento de la referida subjetividad antropofágica al considerar todas las marcas de lengua que aquí ya designamos como efecto de la inscripción de las formaciones imaginarias que proyectan los mecanismos de anticipación en la interlocución.8 Y, en este sentido, reconocemos la gestualidad del "hombre cordial" (Buarque de Holanda, 1996) que, para Oswald, constituye un aspecto antropofágico de la cultura brasileña.9 Este aspecto, que el propio Oswald define como la "tendência a ‘ver-se o outro em si’", tiene que ver para Rolnik (1998) con la exposición a la contaminación y es la base de la fórmula tupi, la fórmula ética – como anticipamos – de la relación con el otro. Por eso, desde la perspectiva de la estudiosa, el modo antropofágico de subjetividad implica un grado significativo de exposición a la alteridad.

En este sentido, esa apología de la oralidad (o sea, el hecho de asumir ese enunciado, de formularlo, de pronunciarlo) también implica defender "el gesto que da cuerpo a ese lenguaje".10 Defender, en fin, un "cuerpo para el lenguaje" por medio de las marcas de una anticipación que contribuya a evitar formalidades y que acorte la distancia en la interlocución, favoreciendo el acercamiento del otro, del semejante. En este sentido, el enunciado "Deixe disso camarada" desarma una coraza corporal, desinfla una postura formal y distante, buscando "una cierta sintonía con las modulaciones afectivas" provocadas por un cierto estado del cuerpo (cfr.Rolnik, 1998). Reiteramos, entonces, que la enunciación del "Dá-me", por el hecho de gambetear o driblar el gesto que le da cuerpo a la forma "Dê-me", afirma el producido por un cuerpo que sustenta una posición-sujeto, una posición simbólica, que se inscribe en discursividades propias del portugués brasileño.11

Ese gesto, como un todo, está ligado al horror a las distancias y, también, está ligado a las virtudes que, según Buarque de Holanda, definen el carácter del brasileño: llaneza en el trato, hospitalidad y generosidad (1996, p. 146). Y lo más importante es que estas virtudes no tienen que ver con "mantener las formas" ni con la "civilidad", pues en esta última hay algo de coercitivo que "puede expresarse por medio de mandamientos y de sentencias" y que la coloca en relación con la "cortesía".12 La ética del brasileño, en cambio, es de fondo "emotivo" y su forma normal de convivencia tiene que ver con lo contrario a la civilidad, pues está muy lejos de una noción ritualista de la vida (id., p. 146 e 148). Por detenerse en la parte exterior, epidérmica del individuo, la cortesía, ligada a la civilidad, es "organización de defensa ante la sociedad" y "equivale a un disfraz que permitirá a cada uno preservar intactas su sensibilidad y sus emociones"; sin embargo, afirma el estudioso de forma conclusiva, la reacción que el brasileño tiene frente al medio, normalmente, no es de defensa.13 Nos parece que la modalidad antropofágica, marcada – tal como la entiende Buarque de Holanda – por la cordialidad, está claramente presente en el poema de Oswald y, por eso, podríamos decir que los enunciados: Deixe disso camarada / me dá um cigarro, serían formas – para usar de nuevo la expresión con la cual definimos la lengua espontánea del brasileño: el portuñol – de se dizer brasileiro.

Y también nos parece que la lengua española, por su forma material, le pide, le exige al brasileño gestos que van en la dirección contraria a la que recorre el itinerario del poema. Esta puede ser la explicación para esa especie de "violencia simbólica" que el brasileño acusa cuando dice que el español es una lengua lengua correta, detalhista, redundante, complicada, rebuscada, formal, mandona. En la propia producción de español dentro del proceso de aprendizaje, tenemos indicios de que se solicita algo de la subjetividad del brasileño que es contrario a su índole y esto, tal vez, explique un cierto errar – una cierta errancia – por parte de ese sujeto. En este sentido, creemos que sus producciones vacilan entre dos posiciones. La primera de ellas responde al movimiento que es posible designar en enunciados como los siguientes:

(1) Preséntolo.14
(2) Pasáronse muchos días hasta que (...) (Maia González, 1994 y 1998)

En tales producciones, destacamos las marcas – relativas a una posición pronominal imposible en español – dejadas por un gesto que podríamos caracterizar, desde la perspectiva de la lengua materna del brasileño, como de "escrituración". Para realizar tal afirmación, a partir de observaciones de Revuz – retomadas por Pereira de Castro (1998)15 – y de formulaciones de Calligaris (1996), nos vemos obligados a reconocer que la lengua materna del brasileño resulta repuesta en juego en el proceso de aprendizaje de español en todos los sentidos que posibilita y exige su inclusión en la red mayor de la lengua nacional.16 Por lo tanto, entran ahí todos los procesos de interpelación por los que pasa el brasileño y, de acuerdo con lo que pensamos, entra especialmente el que se entabla en la institución de la escuela. Quedará más claro lo que queremos decir si recurrimos a otro ejemplo, el de la siguiente "poesía boba" producida por una aprendiz en un curso introductorio17:

(3) Arroz con papas
Yo estoy a enamorar
Uno rapacito
Que va a cocinar.

Destacamos el fragmento "estoy a enamorar" porque responde a una construcción compuesta por lexemas verbales + preposición "a" + infinitivo que no es posible en español y que, inclusive, es rara en el portugués del brasileño, por estar reservada a la poesía de determinadas canciones, sobre todo antiguas; las pocas veces que aparece en la oralidad tanto puede caracterizar ciertas hablas pretenciosas o fuera de época como entrar en discursos que las parodian. ¿A qué imagen responde, entonces, el movimiento de "escrituración" que estamos tratando de designar? En un trabajo mayor que este, a partir de las reflexiones de Lemos (1978) y de Corrêa (1997 y 2001), logramos mostrar que responde al requerimiento de un sujeto que trata de elevarse a la altura de una imagen de escritura: la que proyecta a partir de la escritura que como modelar y normativa, por efecto de un largo y complejo proceso de colonización, la escuela conserva.18

Retomando, ahora, la vacilación entre dos posiciones que estamos tratando de mostrar, pasaremos a designar el segundo movimiento; para ello, será representativo analizar un enunciado como el siguiente

(4) Me llame mañana.19

En él aparece un pronombre en una colocación incorrecta en español, que interpretamos como efecto de un gesto que sigue la misma dirección que el que da cuerpo al enunciado Me dá um cigarro, con el cual concluye el poema "Pronominais". Nos parece que en este caso el sujeto descansa "a gusto" en la oralidad que esa composición defiende, en esa inercia que aparece como base de despegue para los movimientos que el sujeto realiza, con esfuerzo, para alcanzar la imagen de escritura que la lengua española le suscita. Como ya señalamos en una nota al pie, por la presión que esta imagen le impone, en sus producciones en esa lengua extranjera, el sujeto se siente comprimido, víctima de una violencia que redita la que sufrió en la escuela; por eso, como una forma de recuperar aliento, el aprendiz siempre pasa por una posición que da cuerpo a un gesto de oralización.

Por último, para dejar esbozado el marco de movimientos que el vaivén de que hablamos implica, podemos decir que, con frecuencia, el brasileño – por fuerza de esa violencia simbólica y de la pérdida de sentido que tal violencia conlleva – responde con gestos desmesurados, como ocurre en los siguientes enunciados:

(5) Me lo encantó.
(6) Clara quería ir al aeropuerto, entonces, se le agarró el taxi (Maia González, 1994 y 1998).

En ellos, destacamos esa especie de "acumulación" de pronombres que nos da la pista de hasta qué punto esas marcas no tienen sentido en la escucha del funcionamiento de la lengua española en el discurso por parte del brasileño. Podríamos interpretar este gesto como otra de las formas de se dizer brasileiro. Sin embargo, paramos por aquí, sólo indicamos que el gesto que da cuerpo a los enunciados (5) y (6) ya significa un desplazamiento importante con respecto al vaivén que entre oralización y escrituración hemos designado.

En el esfuerzo por conocer trayectos que nos ayuden a comprender al menos parte del enmarañado de movimientos y deslizamientos que el proceso de aprendizaje de español le impone a un brasileño, hemos podido reconocer un vaivén: el que es consecuencia de que la lengua española resuena, bajo la forma de una idealización o de un estereotipo, como una lengua escrita.

 

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1 Este trabajo, en el momento en que fue escrito, formaba parte del que entonces desarrollábamos en nuestra tesis de doctorado – "O espanhol para o brasileiro: uma língua singularmente estrangeira" – bajo la dirección de Eni Orlandi en el Departamento de Lingüística en el Área de Post Grado del IEL/Unicamp (cfr. Celada, 2002). Aclaramos, también, que en el texto de esta publicación mantuvimos el tono leve, oral de la lectura que del mismo hicimos en el II Congreso Brasileiro de Hispanistas celebrado en octubre del 2002 en la Universidad de São Paulo.
2 Comenzamos a elaborar la definición de esta posición discursiva en Celada (1999) y en una versión preliminar de esa misma publicación: "Un equívoco histórico", in: Cuadernos hispanoamericanos. Monográfico: Español/portugués: diálogos. Madrid, n. 570, p. 30-44, 1997. En nuestra tesis de doctorado (2002) logramos definirla de manera más precisa.
3 Al considerar esos enunciados, hasta podríamos observar que el brasileño parece seguir tratando la lengua española como si fuera la propia, pues le asigna la diferencia que podría asignarle a una variante diastrática, por ejemplo, de esta última.
4 Con respecto a la calificación de "sabido", consideramos que el significante evoca con ironía la idea de viveza de quien explota una forma de lenguaje para asegurarse un cierto estatus, cultivar una "postura" o "levar vantagem".
5 Nos servimos aquí de observaciones que Cesarotto realiza al decir que, en el proceso de independencia de España, el idioma de los argentinos (y, más específicamente, el lunfardo) se produce mediante una separación tajante en la manera de decir, al mismo tiempo original y desafiante, con relación a la lengua española (1998, esp., p. 168 y 169). En ese trabajo de separación, el lunfardo – observa el psicoanalista – funcionó como un elemento capital en la gesta infinita de la discriminación de un "Otro alienante en la fuente" (ibid.).
6 Cfr. Cesarotto, id., p. 160 e 169.
Vale aclarar que, cuando decimos "Otro" con mayúscula (diferente del "otro" como semejante), estamos tratando de respetar el conocido concepto lacaniano y designar el soporte de "todo el saber" que ahí está en juego.
7 Orlandi desarrolla estas ideas en su artículo "A língua brasileira" (1994), rescrito e incluido bajo el mismo nombre en el capítulo 1 de su libro más reciente (cfr. 2002, p. 21-32).
Es preciso registrar aquí un reconocimiento: el que formula la propia investigadora (1994 y 2002) al decir que, en el Brasil, la lengua hablada fue la "lengua general" (el nhengatu) y la lengua escrita fue inicialmente el latín y, después, el portugués, pues el nhengatu no mereció la legitimación de su escritura. Esto fue fruto del gesto del "diretório" del Marqués de Pombal, según el cual, en 1759, se ordenó el aprendizaje de la lengua portuguesa en las instituciones escolares de todo el Brasil como una forma de inhibir los usos que no fuesen portugueses: fundamentalmente, la "lengua general", a la que el propio documento le atribuye la designación de "invención abominable y diabólica" (cfr. Cunha, 1979). Por eso, Orlandi habla de dos formas de oralidad: de la primera, la silenciada, la excluida, hay numerosas marcas en el Brasil (cfr. el artículo de Borges, "A instituição de línguas gerais no Brasil", in Orlandi (org.), 2001, p. 199-222). La otra oralidad – la lengua que el brasileño habla actualmente – fue objeto de un largo proceso de legitimación, como efecto de la gramatización a la que fue sometida y, también, como efecto del trabajo literario que estableció una escritura específica (cf. Orlandi, 2002).
El gesto ejercido por el "diretório" de Pombal (cfr. Orlandi, 1994 y 2002) todavía hoy, en la escuela, coloca en relación la gramática, la práctica de interpretación y la escritura y, por eso, en el poema que analizamos, la forma "Dê-me", que responde a una gramática, también se afilia a un tipo de escritura.
8 Cfr. Pêcheux, 1990, y la síntesis de Orlandi, 2000, p. 39 y sigs.
9 Cfr. 1990a, p. 157. El texto de Oswald justamente lleva ese nombre: "Um aspecto antropofágico da cultura brasileira: o homem cordial". Originalmente fue publicado en 1950 en los Anais do Primeiro Congresso Brasileiro de Filosofia (São Paulo, p. 229-231); para la edición con la que aquí trabajamos, cfr. 1990a.
10 Nos inspiramos aquí en la observación de "cuerpo de lenguaje" tal como la propia Orlandi la formula (2001a) y, también, en la extensión del concepto de "gesto" (1996) que la investigadora realiza, en otro texto, al hacer la siguiente observación:
A noção de gesto, que tenho trabalhado na relação com a interpretação e agora a estendo para a noção de corpo da linguagem, pode adquirir um estatuto analítico de maior importância ainda se o pensamos com conseqüência. A própria voz é um gesto e tem sua historicidade, sua singularidade (2001b, p. 17).
11 Desde la perspectiva del análisis del Análisis del Discurso con la que aquí trabajamos, como observa Orlandi, "(a) presença do corpo na produção dos sentidos faz parte disso que se denomina ‘materialidade da linguagem’" (2001b, p. 9). El gesto, por lo tanto, trae consigo la corporalidad de los sentidos y la de los sujetos, pues trae consigo las posiciones simbólicas históricamente constituidas, las posiciones discursivas (lingüístico-históricas) (ibid.).
12 Con el término "cortesía" traducimos el término del portugués: "polidez" (ingl.: politeness), que es al que Buarque de Holanda (1996) opone el de "cordialidad".
13 Id., p. 146, 148 e 151.
Tal vez valga la pena retomar aquí, a modo de observación, algo que ya decíamos en un texto previo: en el caso de la variante rioplatense del español, ciertas discursividades parecen estar fuertemente marcadas por rasgos que tienen que ver con el ritual de la civilización, en el cual, como afirma Piglia (1990), la palabra está ligada a la verdad con todas sus marcas: responsabilidad, necesidad, seriedad, moral de los hechos, peso de lo real (cfr. Celada, 1999, p. 316). Por eso, a la palabra – dice el propio Piglia (id.) – sigue la acción o un gesto que asegure su realidad o su realización. Probablemente, ese rigor, ese grado de exigencia con respecto a la palabra establezca una relación más tensa con el interlocutor – tensión que, a menudo, es responsable de gestos punitivos como aquellos de los que habla Serrani-Infante (1994) – y, por eso, el "falar gostoso" del brasileño (muchas veces parafraseado mediante las expresiones "jogar conversa fora", "bater papo/um papo/um papinho") no encuentran paralelo en expresiones rioplatenses. En esta variante, para referirse a la actividad de "hablar por el mero placer de hablar" pueden llegar a oírse expresiones que, de algún modo, acaban descalificando tal actividad.
14 Este enunciado fue pronunciado oralmente por una aprendiz en el primer mes del curso de una materia introductoria que se ofrecía hasta hace poco en el "Año Básico" de la carrera de "Letras en español" en la Universidad de São Paulo. Frente a la solicitud de que le presentase a la profesora las dos compañeras que estaban a su lado, el mencionado aprendiz dijo "Presento-lo." / "Presentolo." / "Preséntolo.". No tenemos cómo determinar el registro escrito mediante una única transcripción, razón por la cual colocamos las tres formas que podrían haber aparecido en la escritura en español de ese sujeto: las dos primeras serían más probables que la última; sin embargo, ninguna de ellas es posible en español, ni en la escritura ni en la oralidad.
15 El título del trabajo de Revuz (1987) citado por Pereira de Castro es "Apprentisage d´une langue etrangère et relation a la langue maternelle"; se trata del memorial presentado en la Universidade de Paris VII (D.E.S.S. de Psycohologie Clinique).
16 Pensamos que esto debe ser pensado así en cualquier proceso de adquisición de una lengua extranjera.
17 En el curso introductorio al que ya hicimos referencia, para escribir "poesía boba", el aprendiz de español debía servirse de todo aquello que le hubiera llamado la atención en el funcionamiento de la lengua española; por lo tanto, el objetivo de la experiencia no era evaluar la producción en esa lengua sino poner a prueba y, al mismo tiempo, conocer la capacidad que ese sujeto había desarrollado para interpretar la especifidad del español, su diferencia con relación al portugués. Explorar, en fin, el grado de sensibilidad desarrollado por los estudiantes frente a lo extranjero, en esa lengua familiar.
Para poder comprender el sentido de esa práctica, la de elaborar "poesía boba", vale la pena aclarar que esta, según Bratosevich y Rodríguez, es una composición en la cual "hay un armazón racional que sostiene el poema" pero que, en el fondo, es falso "porque el resultado de lo que se dice es siempre ingenuamente disparatado y conduce al goce de una fantasía librada a sí misma" (1983, p. 364). Tal producción permite, por lo tanto, de forma especial, la aparición del equívoco y, así, descomprimiendo el poco espacio de movimiento que la violencia de la lengua española le impone, abre al enunciador una cierta posibilidad de movimiento y circulación.
18 Ese movimiento es muy frecuente en las redacciones de los exámenes de ingreso a la Universidad y, como a veces el resultado de esa tentativa del sujeto para elevarse y alcanzar esa escritura modelar termina teniendo, como señala Corrêa (1997), un tono "notarial", hemos elegido, en español, el calificativo "escrituración" (queriendo aludir a la "escritura" que se firma frente al notario) para denominar el gesto que describimos.
19 La posición pronominal debería ser en este caso: "Llámeme mañana."