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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002
El teatro de Calderón de la Barca y la emblemática española: el verdadero dios Pan
Eliane Maria Thiengo Demoraes
Universidade Católica de Petrópolis
Universidade Federal Fluminense
En el año 1531, el italiano Andrea Alciato, imbuído de valores renacentistas, o sea, los valores de la tradición clásica, tradujo la Antología Palatina fuente de inspiración para su Emblemathum Liber. Este libro llegó a España aproximadamente en el año 1549, a través de un editor francés, de Lyon, Mathia Bonhomme, con traducción de Bernardino Daza y con el título Los emblemas de Alciato en rhimas españolas, obteniendo el éxito de 1300 ediciones. Alciato ha preparado estos emblemas en sus momentos de ocio y poseían sólo el título y el epigrama, la imagen simbólica llegó más tarde por decisión del editor. Inicialmente ha preparado un manuscrito con 99 emblemas, extendiéndose después a un total de 212, tal la importancia de la imagen (Egidio, 1993,p. 9).
El emblema está constituido por tres partes, es el emblema triplex: el lema, que es el título, también conocido por mote o motivo; la imagen simbólica, que es el cuerpo, un dibujo; y el epigrama que es el alma y lleva implícito una moralidad. Alciato y otros emblemistas han concebido la pintura como siendo el alma del emblema (idem, idem). Además de símbolos, los emblemas eran conocidos como una forma de entretenimiento, un juego de inteligencia, en donde el lector, valiéndose del mote y de la declaración, descubría la intención del autor y la moralidad del emblema (idem, idem).
La emblemática logró su auge en el siglo XVII, cuando los pintores han incorporado este tipo de lenguage a sus cuadros. Velázquez, que era gran conocedor y estudioso de los emblemas, en una de sus telas más conocidas, Triunfo de Baco, parece haber hecho referencia a los emblemas de Alciato dedicados al vino con relación a una de las virtudes La Prudencia, lo que fue decisivo en la montaje conceptual de la obra. Otro ejemplo es el emblema de nº 115, Las sirenas, también de Alciato (1993, p. 152), que nos permite relacionarlo con la tela de Velázquez Las Hilanderas, por el aspecto moralizante del emblema. A partir de este emblema es posible indentificarse una de las tres mujeres que ahí aparecen, o sea, las figuras tomadas de las fábulas de Palas y Aracne y la tercera como venida de la fábula de las sirenas (Sebastián, !993, p. 25).
La filosofía de los emblemas está basada en la teoría medieval de los cuatro sentidos: histórico, moral, alegórico y anagógico - elevación del alma a la contemplación de las cosas divinas - y en la configuración espacial del arte de la memoria (Egidio, 1993, p. 8) y que se comprenderá mejor, más adelante, cuando de la interpretación de la obra.
Sin olvidarnos de que era característica barroca la búsqueda de significados ocultos en las cosas, apuntamos como concepto de emblema, según Sebastián de Covarrubias, autor también de El tesoro de la lengua española, ''metaphóricamente se llaman emblemas los versos que se suscriben a alguna pintura o talla con que significamos algún concepto bélico, moral, amoroso o en otra manera ayudando a declarar el intento del emblema y de su autor''; y otro, de acuerdo con Santiago Sebastián, los emblemas constituyen un código gráfico literário que permite la lectura del aspecto cultural del siglo XVII. La tradición emblemática en los dramas y en las comedias es un vehículo excelente para acercarnos a la cultura de la época y nos ayuda a comprender las motivaciones que tuvieron sus autores.
Poseen una función didáctica y ornamental. Podemos comprenderlos por su conjunto o en separado, en algunos casos, una vez que lo que primero percibimos es la pintura - el dibujo - que funciona como una invitación a su interpretación, hecho que se da en un segundo momento cuando de la lectura de su declaración. El texto complementa la figura, aclarando su sentido, hace su descripción, facilitando la comprensión, generando, de esa manera, una dinámica y un espacio diferentes.
Los emblemas pueden aparecer en títulos, capas o en libros enteros, en novelas y principalmente en obras teatrales, una vez que el teatro es forma emblemática por excelencia, pues, combina la literatura con las artes plásticas en general y, también, porque el emblema es como una escena teatral.
Los emblemas son de gran interés para la historia de la literatura por su influencia en los distintos géneros literarios, principalmente en el Renacimiento y el Barroco. Sabemos que durante el Renacimiento el hombre buscó una nueva manera para comprender el mundo y, claro es, a sí mismo; se hacía necesario, así, una nueva forma de lenguaje que fuera capaz de expresar sus nuevas ideas. En ese caso, el de los emblemas, importa cómo la práctica emblemista ha influenciado, como forma de pensamiento o estructura artística en la poesía, la narrativa o el teatro.
Sus temas son los más variados posibles: el hombre y el cosmos, las oposiciones entre los vicios y las virtudes, la vida y la muerte, la ciencia y la ignorancia, etc.
Para este trabajo elegimos el auto sacramental mitológico El verdadero dios Pan, por su belleza y, también por pensarmos adecuado a la intertextualización con los emblemas. Su representación se dio en 1670. El dios ''Pan de los pastores'', encontramos en el auto por su sentido alegórico como símbolo ''del Buen Pastor'', o sea el Cristo, conocido como el ''Pastor de ovejas'', o sea, de los fieles de su Iglesia. Valbuena Prat (1987, p. 1235.2) muestra que Calderón tomó la idea del prólogo de Maya, un auto de Lope de Vega.
La Natureza Humana se muestra a través de la alegoría del mito clásico: el Dios Pan, sentido literal o histórico, significando el Cristo, se revela en la réplica de Pan en la ''situación'' 2, cuando relata su nacimiento. Los signos verbales ''pobres pajas'', ''rústicos pastores'', ''Belén'' y su condición hombre-dios evidenciada en los versos ''pintar dos naturalezas/ significándome ambas'' nos lleva a Cristo, sentido alegórico, que según Perez de Moya (1977, p. 9) ''diciendo una cosa la letra se entiende otra cosa diversa'', su condición humana, por tanto defectuosa:
PAN. Antes que llegue, escucha:
Ya sabes, como testigo
de vista, ¡oh Noche!, la estancia
yerma en que nací. Ya sabes
que envuelto entre pobres pajas
unos rústicos pastores
me hallaron, a cuya causa
se llama mi primer cuna
Belén, que en hebreo casa
de trigo quiere decir.
..............................................
Y ya que vamos careando
proposiciones contrarias,
pintar dos naturalezas
en sus retratos y estatuas,
siendo en su desproporción
una noble, otra villana,
fue un decir; que hay en mi unidas
tan desiguales distancias
como hay de humano a divino,
significándome ambas:
..................................................
que lo alegórico pide,
y que lo histórico manda.
por los dos últimos versos podemos comprender mejor la cristianización del mito y, por la secüencia de esta réplica, se vuelve evidente la oposición, característica barroca, de la naturaleza humana, en razón de los constantes cambios provocados por el crescimiento, comprendido por su más amplia acepción, donde vamos a encontrar el sentido anagógico, a través de la característica ''mudable'' de la Naturaleza Humana, alegorizada por la Luna:
.........................................
en el astro de la Luna,
or ser la imagen más clara
de la noche, más hermosa,
pura, limpia, tersa y blanca.
Bien reconozco que el ser
mudable la afea y mancha,
(p.1242.1)
Más adelante, encontramos referencia a este sentido anagógico cuando habla sobre ''el místico sentido'':
PAN.- Fácilmente, si reparas
que en el místico sentido
(que es en el que aqui se habla),
en particular la Luna
es viva imagen de un alma,
con que en común lo es de toda
la naturaleza humana.
(p. 1242.2)
En la ''situación'' 3, Pan, retirado ''entre estas ramas'', anuncia la teatralidad de esta ''situación'' y por el hecho de estar escondido sigue como espectador del teatro dentro del teatro:
PAN.- ........................
en tanto que el Gentil canta
ofrieciendo a falsos dioses
bailes, músicas y danzas,
como lo dicen los ecos
repitiendo en voces altas...
(p. 1245.1)
El sentido alegórico de Pan como Cristo vamos a encontrar muchas veces en el auto. Son varios los momentos en los que se reafirma como Cristo, por ejemplo, cuando pasa por la Tentación del Demonio, cuando multiplica el pan y cuando alude a la crucifixión, como en la ''situación'' 14:
LUNA. Turbada,
absorta y confusa estoy.
PAN.- ¿Qué esperas? Ya en la campaña
me tienes.
DEM. Saca el acero,
que a mí este tronco me basta
para ti.
PAN. ¡Si bien supieras
cuán para mí le levantas,
y cuán para ruina tuya!
DEM.- Mientras no lo es, mi venganza
arrojará el leño al Pan;
mas de mi ánimo le arrancan
de tus aceros los golpes.
(Riñen y cáesele el tronco.)
PAN.- Es que para mí los guardan.
DEM.- Pues ya que sin armas quedo,
en tan desigual batalla
piedras tomaré.
PAN. Tampoco
las piedras a mí me espantan.
DEM.- Si eres, cual dicen. Dios Pan,
para que hieran más blandas
convierte en pan estas piedras.
PAN.- Que le muçtiplique basta.
Tiberíades lo diga,
y Emaús, cuando le parta,
que soy quien soy.
(p. 1249.1)
El comentario en la réplica de la alegoría de la ''Noche'' confirma la mutabilidad de la naturaleza humana:
NOCHE. Pues ¿cómo
se ajusta ser semejanza
del alma y naturaleza,
triforme deidad que vaga
en cielo, tierra y abismo,
siempre es una y siempre es varia?
(p. 1242.2)
El personage Luna demuestra su Naturaleza Humana cuando en la ''situación'' 15, declara:
LUNA. En vano porfías.
PAN.-Quiem por ti...
LUNA. En vano te cansas
que primero son que tú,
mi ganado y mi labranza. (p. 1249.2)
Para ilustrar, presentamos el emblema de Alciato (1993, p. 131) de número XCVII (97), que trae como lema La fuerza de la naturaleza, donde se destaca la imagen de Pan. Podemos, ya, tomarlo como metáfora del Dios cristiano, una vez que presenta la figura de Pan, mitad hombre, mitad animal, pintado con las insignias de la naturaleza, como prueba de su grand fuerza, por eso, Pan, igual que Dios significando Todo. Por su parte subscripta esto se comprueba cuando revela la dualidad dios/ hombre, razón/ instinto o naturaleza humana. Transcribimos a seguir su declaración:
Las gentes veneran a Pan -es decir, la
naturaleza de las cosas-, hombre mitad
cabrón y dios mitad hombre . Es hombre
hasta el pubis, porque nuestro valor, plantado
en el corazón al nacer, se asienta sublime en
lo alto de la cabeza. Desde aquí es cabrón,
porque la naturaleza nos propaga
secularmente por medio del coito, como a las
aves, los peces, los brutos y las fieras. Lo que
nos es común con otros animales es el
cabrón, es decir, el símbolo de la lujuria, que
lleva patentes los signos de Venus. Unos
atribuyeron la sabiduría al corazón, otros al
cerebro: ningún límite ni razón rige a las
partes inferiores.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
ALCIATO, Andrea. Emblemas. 2ª ed. Edición de Santiago Sebastián. Madrid: Akal, 1993.
CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro. Obras Completas. Autos Sacramentales, Tomo III. Recopilación, Prólogo y notas por Angel Valbuena Prat, 2ª ed.. Madrid: Aguilar, 1967.
COVARRUBIAS, Sebastián de. Emblemas Morales. Edición e introducción de Carmen Bravo-Villasante. Madrid: Fundación Universitaria Española, 1978.
EGIDIO, Aurora. Sobre la letra de los emblemas y primera noticia española de Alciato. in: ALCIATO, Andrea. Emblemas. 2ª ed. Edición de Santiago Sebastián. Madrid: Akal, 1993.
PEREZ DE MOYA, Juan. Filosofia Secreta. Tomos I e II. Barcelona: Glosa, 1977.
SEBASTIÁN, Santiago. El comentario de Alciato. Alciato como fundador de la emblemática. in: ALCIATO, Andrea. Emblemas. 2ª ed. Edición de Santiago Sebastián. Madrid: Akal, 1993.
VISTARINI, Antonio Bernat; CULL, John T. Enciclopedia de Emblemas Españoles Ilustrados. Madrid: Akal, 1999.