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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002

 

Territorios: tiempo y espacio. La historicidad de las palabras en Julio Cortázar

 

 

Marisa Montrucchio

FFLCH/USP

 

 

Viajando por la historia para ir al encuentro de la literatura, los textos de Julio Cortázar surgieron para poder explorar aquellas palabras que, por su intensidad y despliegue, transformamos en textos para pensar otras palabras y otros textos. Ellas se abren en territorios, imágenes de espacio y de tiempo, lugares que no tienen una dimensión única.

Jugar con las palabras parece ser un lugar común para muchos de los que estudiaron y estudian la obra de Cortázar. Consecuencia de la mimesis, de la simpatía estética con su estilo, de la lealtad y el respeto por sus ideas (poco le agradaban los textos ''tortugones'', pesados y rebuscados), de la incorporación conciente o no de su literatura, sea lo que sea, la cuestión es que a la hora de escribir sobre su obra, las estrategias de los que escribimos, resultan muy parecidas. Desmenuzar los textos, verlos al derecho y al revés, entrarles impúdicamente por diferentes lugares, parece ser nuestra ¿ingrata? tarea. ¿Por qué nos transformamos en descuartizadores? ¿Qué mundos recortamos para rearmarlos, después, en la escritura de otra textualidad? Son las palabras, ordenadas de manera diferente, mundos reconstruídos bajo la luz de un presente distinto, como siempre, del momento en que fueron escritos alguna vez pero, al mismo tiempo, igual.

Mucho se ha escrito sobre el uso del lenguaje y el metalenguaje en la discursividad de Cortázar. Profesor de letras, traductor de oficio, bien conocía las trampas de la escritura. Pensador y crítico constante, como señaló Davi Arriguci, su escritura se enrosca en sí misma, perenne búsqueda, proyecto eterno, refleja incansablemente su propia imagen en el fondo del pozo. Si pudiera escribir en forma de caja, habría encontrado una de las mejores maneras de expresarme sobre Cortázar. Para eso, tendría que escribir como si fuera un paquete atado con cintas. Ese paquete tendría dentro otro paquete y éste, tendría otro más pequeño, y éste tendría otro y así sería, hasta el infinito. Pero, como bien dijo nuestro autor, cuando se trata de escribir algo la mejor manera de hacerlo es, comenzar por el principio.

Dice el crítico literario Saúl Yurkievich, que la obra cuentística de Julio Cortázar tiene una forma cerrada, mientras que la obra novelística, es abierta. Que es un esfuerzo poco gratificante intentar conocer al autor a través de sus cuentos, ya que sus novelas nos permiten hacerlo mucho mejor y más claramente. Que el propio Cortázar concebía sus cuentos como mundos cerrados en sí mismos, como si cada uno de ellos fuese una burbuja, independiente de los otros. Y que, en contrapartida las novelas, al ser abiertas y permeables, dejan trasparecer mejor la obra del autor. Aunque la tarea parezca ardua, mirada desde éste ángulo, nos quedamos con esta frase del propio Cortázar: ''Todo cuento perdurable es como la semilla donde está durmiendo el árbol gigantesco. Ese árbol crecerá en nosotros, dará su sombra en nuestra memoria''. Cada cuento es un mundo, Cortázar es un contador de historias, un ''referidor'', en el sentido de que le importa la forma en que él usa y en que se usa el lenguaje, porque contar no es enumerar ni seriar sino darle vida a lo contado:

(...) Cuando lo fantástico me visita (a veces soy yo el visitante y mis cuentos han ido naciendo de esa buena educación recíproca a lo largo de veinte años) me acuerdo siempre del admirable pasaje de Víctor Hugo: 'Nadie ignora lo que es el punto vélico de un navío; lugar de convergencia, punto de intersección misterioso hasta para el constructor del barco, en el que se suman las fuerzas dispersas en todo el velamen desplegado'. Estoy convencido de que esta mañana Teodoro miraba un punto vélico del aire. (...) Siempre he sabido que las grandes sorpresas nos esperan allí donde hayamos aprendido por fin a no sorprendernos de nada, entendiendo por esto no escandalizarnos frente a las rupturas del orden. (...) Si en cualquier orden de lo fantástico llegáramos a esa naturalidad, Teodoro ya no sería el único en quedarse tan quieto, pobre animalito, mirando lo que todavía no sabemos ver.(CORTÁZAR, 1999, pp. 74-75)

Tiempo que incluye otro tiempo: el cotidiano (que transcurre en el plano de lo tangible) y el fantástico (que nace del anterior pero se inscribe en otro plano). Ambos se retroalimentan, uno se nutre de la esencia del otro. Y él, el escritor, es el médium que entra en transe y permite trasparecer, en las palabras que escribe, el mundo oculto, invisible a los ojos más ofuscados, sólo perceptible a la sensibilidad artística humana, y gatuna: Teodoro Adorno, el pobre animalito, era el gato de Cortázar.

Dice Cortázar: ''La fotografía de la escritura es como la fotografía de las cosas: siempre algo diferente para así, a veces, ser lo mismo'' [CORTÁZAR, 1994 (1), p.18] El pasaje territorial –entre un plano sensorial y otro– le ocurre al escritor en momentos de semivigilia. El espacio onírico, el cosmos de los sueños, es imagen fotográfica de la escritura. Se sueña para vivir y se vive por los sueños: ''La vida aprovisiona los sueños pero los sueños devuelven la moneda profunda de la vida. En todo caso así es como siempre busqué o acepté hacer frente a mi trabajo diurno de escritura, de fijación que es también reconstitución'' [CORTÁZAR, 1994 (1), p. 23].

Geografía, lugares, planos reales y planos sobrenaturales, lados, puentes, galerías, pasajes, calles, topografía: parte del glosario de uno de los tantos lenguajes usados por Cortázar. Referencias que se sitúan en el tiempo cotidiano, contemporáneo pero que remiten al otro plano, el que está del otro lado, el fantástico que también es de este mundo. El tiempo, una vez más, es circular: astros y hombres vuelven a pasar por el mismo punto, que nunca es el mismo, porque tampoco está quieto:

Primero me pondré mi corbata amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la soltaré para que se pasee por la corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo iré y vendré frente a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al balcón (...). (CORTÁZAR, 1999, pp. 19-20)

En ese pequeño tratado cosmológico de la corbata amarilla y la hormiga, el tiempo circular avanza en espiral. En Cortázar, el tiempo anda en torno de lugares contemporáneos. Del lado diurno, en el espacio de la escritura, los escenarios son urbanos, casi siempre, espacios de circulación humana, algunos públicos otros más íntimos: bar, museo, hospital, parque, calles, veredas o interiores de casas, de departamentos, de oficinas. Lugares naturalmente con movimiento, se mueven en el relato y transportan en vaivén a sus personajes –vía puentes, pasajes, galerías, trenes, aviones, sueños, miradas– : ''(...) quizá porque los pasajes y las galerías han sido mi patria secreta desde siempre.'' (CORTÁZAR, 1975, p. 168). En El otro cielo, el personaje viaja –en el tiempo, en el espacio, en suma, entre los territorios– de una Buenos Aires del '28, la del recuerdo de infancia, una Buenos Aires del '46, la de 'Perón o Tamborini', y una París de entre guerras. El relato de la memoria es sinuoso: en los territorios del recuerdo, no siempre importa la precisión, los contornos son difusos, las siluetas se confunden. ''Acaso mezclo dos momentos de una misma temporada, y en realidad, poco importa'' (CORTÁZAR, 1975, p. 183).

En esos territorios se producen los cruces, una dimensión se atraviesa con la otra, las emociones se confunden, los sentimientos explotan, se pierden los límites, se disuelven las identidades: ya no sabemos quién cuenta y quién es contado, es el clímax, la transposición, es el encuentro. En Lejana, una joven mujer argentina de clase media a quien le gusta jugar a los palíndromos, comienza a sentir los dolores físicos y espirituales de una lejana y mendiga mujer que no conoce, pero que vive en Budapest (o también, la historia de una mujer que siente que es otra mujer) escucha el llamado y sale a andar por las calles de la ciudad:

''(...) llegó al puente y lo cruzó hasta el centro, andando ahora con trabajo porque la nieve se oponía (...). En el centro del puente desolado la harapienta mujer de pelo negro y lacio esperaba con algo fijo y ávido en la cara sinuosa (...) la mujer del puente se apretó contra su pecho y las dos se abrazaron rígidas y calladas en el puente, con el río trizado golpeando en los pilares (...)[CORTÁZAR, 1994 (2), pp. 124-5]

Los encuentros no son casuales ni fáciles: hay obstáculo (nieve) hay soledad (puente desolado) sin embargo, y porque así está dicho, ellos ocurren. Dentro del momento crucial, la imagen se congela (se abrazaron rígidas) mientras el mundo se agita violentamente afuera (río trizado golpeando en los pilares). Después, nadie saldrá indemne, nada será como antes, el orden, una vez más, se habrá alterado.

En Cortázar, los territorios son movimientos en el espacio y, sobre todo, en el tiempo. Ambas dimensiones se mezclan, no hay referencias binarias posibles, los territorios emergen como formas, figuras del lenguaje, a través de las cuales las historias se cuentan.

Y me quedo por acá, sino corro el riesgo de que en cualquier momento alguien conocido me toque en el hombro y me diga al oído: ''¿y a vos, qué te pasa, che?''

 

BIBLIOGRAFÍA

ARRIGUCI, D. O escorpião encalacrado. A poética da destruição em Julio Cortázar. São Paulo: Cia das Letras, 1995. Primera edición: 1973.

CORTÁZAR, J. El otro cielo. In: Todos los fuegos el fuego. Buenos Aires: Sudamericana, 1975. Primera edición: 1966.

_____________. La vuelta al día en 80 mundos. México: Siglo XXI, 1992. Primera edición: 1967.

_____________. Salvo el crepúsculo. Madrid: Alfaguara, 1994 (1). Primera edición: 1985.

_____________. Lejana. In: Cuentos Completos 1. Madrid: Alfaguara, 1994 (2).

_____________. Último round. Tomo II. Madrid: Siglo XXI, 1999. Primera edición: 1969.

YURKIEVICH, Saul. Julio Cortázar: mundos y modos. Madrid: Anaya, 1994.