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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002

 

Carpentier: una Odisea del Tiempo en el tiempo

 

 

Susana Alicia Planas

UNICAMP

 

 

Éste trabajo tiene como objetivo realizar una reflexión sobre el enfoque del Tiempo en el cuento Viaje a la semilla, de Alejo Carpentier, que forma parte del libro La Guerra del Tiempo, con una mirada en los postulados de la física, cuando al desarrollar la teoría de la relatividad general, se introduce el concepto del tiempo imaginario. En el tiempo real tendremos que tener en cuenta las llamadas flechas del tiempo: la Termodinámica, la Psicológica y la Cosmológica y en el Imaginario, el Tiempo del Mito.

El narrador del cuento, pinta los pormenores de la demolición de un caserón, usando el tiempo cronológico, aquel que camina en la dirección del futuro, cuando, de forma imprevisible, con una ceremonia de iniciación protagonizada por un anciano, y bajo la presencia de Ceres, la estatua del jardín, la historia desanda y la mansión se construye dando vida a los muertos. El narrador nos lleva en un viaje hacia el pasado, invirtiendo la dirección del Tiempo y el retroceso de la historia.

Cuando mencionamos el tiempo imaginario debemos pensar que éste no se separa del concepto de direcciones espaciales. Hablamos del tiempo como la cuarta coordenada, donde las otras tres son las coordenadas espaciales. Así como tenemos la posibilidad de dirigirnos para el norte y podemos volver para el sur, de la misma forma podemos ir para adelante en el tiempo imaginario y podríamos también volver para atrás. ¿Cuál es la importancia de todo esto? Que en éste tiempo imaginario, no existe una diferencia significativa entre estas dos direcciones: pasado y futuro. Podemos afirmar entonces, la consistencia del tiempo imaginario en el cuento ''Viaje a la semilla'', donde ahora el Tiempo imaginario no solo es la cuarta coordenada del espacio-tiempo sino también una coordenada imaginaria que tiene por base el universo del mito. Veamos si es posible éste viaje en el cuento hacia el pasado, usando las leyes de física.

Sabemos que, en la vida real hay una gran diferencia entre las direcciones adelante y atrás. Pensemos en un acontecimiento temporal como una jarra de agua que se cae de una mesa y se parte en miles de pedazos. Si lo filmamos, y lo pasamos en sentido contrario, podremos descubrir fácilmente cual es la dirección del tiempo, ya que al pasar la película al contrario, observaremos los pedazos de porcelana del piso, reuniéndose súbitamente en la mesa, para formar el objeto entero. Ésta última visión, no solamente es incompatible con lo que observamos diariamente (por suerte para los fabricantes de jarras), sino que contradice la segunda ley de la termodinámica, que define la entropía de un sistema. Así, en cualquier sistema cerrado, la entropía, que podemos pensar como grado (cantidad) de desorden, siempre debe crecer con el tiempo. Entonces, no podemos conseguir ir para atrás en el tiempo porque existe una violación de la ley que dice que el desorden debe siempre aumentar.

Para visualizar las flechas del tiempo nos basta considerar que la flecha termodinámica, que es aquella que indica la dirección del tiempo en que el desorden (o entropía) aumenta; la flecha psicológica es la que nos permite recordar el pasado, pero no el futuro, y finalmente la cosmológica del tiempo constituye la dirección en que el universo más se expande de lo que se contrae.

Siguiendo a Stephen Hawking, si suponemos la condición de un universo sin límite y pensamos que el universo comenzó ordenado, él se está desordenando siguiendo las leyes de la entropía, y así las tres definiciones, las tres flechas, señalan la misma dirección y propician el desarrollo de personas ''inteligentes'', de seres que tienen condiciones de poder preguntarse quiénes son. Pensemos, ahora, exactamente lo contrario, que el universo debe finalizar en un estado altamente ordenado. Esto implica que primitivamente el universo estaría desordenado, y así con el tiempo, el desorden disminuiría, en vez de aumentar, y consecuentemente, los pedazos de porcelana se reunirían para formar la jarra, y los seres que existiesen en ese universo tendrían la flecha psicológica del tiempo invertida. Ellos se acordarían de sucesos futuros y no se acordarían de los que ocurrieron en su pasado. Estos sectores tendrían una Memoria del futuro. Y éste es el camino que emprende Carpentier en una jornada a contrapelo de la historia.

Si ahora consideramos el tiempo como el imaginario del Mito, vemos que éste es el vehículo encontrado por la mayoría de los pueblos para explicar el origen del universo, es decir, historias, que tratan de viabilizar los sistemas de valores, que más que dar sentido a la existencia, sirven de instrumento para el estudio de una determinada cultura. El acercamiento a lo mítico en la novelística de Carpentier está precisamente en el juego del tiempo, en el decir de Pedro Seijas. Como observa Mircea Eliade, la ''salida del tiempo'' es lo que acerca más la función de la literatura a la de las mitologías, y en Carpentier, que demuestra en su narrativa una rebelión contra el tiempo histórico, contra el tiempo muerto, contra el tiempo estático, y que denuncia en sus personajes otra temporalidad, podemos decir que en ellos encontramos lo que Eliade llama de comportamiento mitológico.

El cuento de Carpentier, está estructurado en 13 pequeños capítulos, donde las imágenes son lentamente apagadas y encendidas, línea por línea, pincelada a pincelada. Pequeños Apocalipsis invertidos- revelaciones que se apoyan en realidades misteriosas - van sucediéndose con la evolución de los hechos históricos. El fin del tiempo del caserón marca el principio del tiempo de su construcción; el fin del tiempo de don Marcial que imprime el principio del tiempo de la generación de las generaciones a las cuales pertenece; el fin del tiempo de Ceres-la diosa centro de los misterios de iniciación que celebran el ciclo de las muertes y de los renacimientos - que van a tatuar el comienzo de los tiempos de la divinidad agrícola, en una tierra que está, aún, desierta.

Pensando en un tiempo cronológico, que camina en la dirección de las agujas del reloj que giran hacia la derecha, podemos asegurar que el final de los tiempos ya sucedió muchas, pero muchas veces y que somos sobrevivientes y beneficiarios de esas extinciones, deudores de nuestra existencia a estos pequeños finales del mundo que marcaron la historia del ser vivo. Entretanto, en este cuento, el sentido común se rompe. De forma imprevisible, el narrador enfoca la previsión de la inversión de la dirección del tiempo y del retroceso de la historia. Éstos Apocalipsis invertidos, situados en el palco del imaginario, tienen, como platea, la figura de un misterioso anciano y de la diosa Ceres, una estatua de jardín.

El anciano, se presenta con cabellos blancos, indicando la eternidad; ser anciano es existir antes del origen y para más allá del fin del mundo. Así consigue escapar de los límites del tiempo puede estar expresado tanto en el pasado como en el futuro. Contradictoriamente, también sugiere la infancia, la primer edad de la humanidad. Si ser ancestral es ser persistente, durable, participante de lo eterno, el anciano, puede ser leído como representante de Cronos, el dios de curvo pensar.

En el Apocalipsis, todo tiene un valor simbólico. Al describir una visión, el vidente traduce en símbolos las ideas que le son sugeridas por lo divino, sin ninguna preocupación por la incoherencia de los efectos obtenidos. Entonces, el viejo, con un bastón en la mano – arma mágica, vehículo del viaje que realiza a través del Tiempo – y Ceres presencian en el primer capítulo del cuento la demolición de la mansión.

Cuando la noche se abate sobre la mansión, ella ya estaba bien próxima del suelo, de la tierra. Ya en el segundo capítulo, ''el negro viejo, que no se había movido, hizo gestos extraños, volteando su cayado sobre un cementerio de baldosas. Los cuadros de mármol volaron a los pisos, las piedras, con saltos certeros, fueron a cerrar los agujeros de las murallas''. Completando el hechizo de la des-construcción ''las tejas juntaron sus fragmentos, alzando un sonoro torbellino de barro para caer en lluvia sobre la armadura del techo'' (CARPENTIER, 1993, p.7). Y así fue como el caserón retornó a su tamaño natural, Ceres se quedó más clara, pescaditos nadaron en la fuente y ''el murmullo del agua hizo renacer begonias olvidadas''. El tiempo retrocede. Una llave en la mano del viejo cerró la demolición, que estaba siendo realizada por los obreros y abrió la puerta principal de la casa, donde las ventanas comenzaron a aparecer por la magia del imaginario. La llave abre los misterios, y por eso al girar la llave en la cerradura y abrir los límites de la casa, todo lo que la envolvía en un determinado tiempo escatológico- retratos de familia, personas vestidas de negro, tazas de chocolate, el lecho de muerte de Don Marcial y cuatro velas de cera derretida re-inauguran la escena. Al abrir la puerta, el movimiento que hace la mano es en sentido contrario al del reloj, es como un rito de iniciación de la des-construcción.

Las agujas del reloj comienzan a andar al contrario. Don Marcial (poderoso) revive, se confiesa, las lágrimas de los presentes vuelven a los ojos, se siente enfermo, y ya con ánimos vende la casa. En el capítulo VI, el narrador continúa en su viaje:

Una noche después de mucho beber y marearse con tufos de tabaco frío, dejados por sus amigos, Marcial tuvo la sensación extraña de que los relojes de la casa daban las cinco, luego las cuatro y media, luego las cuatro, luego las 3 [...] Era como la percepción remota de otras posibilidades [...] Fue una impresión fugaz que no dejó la menor huella en su espíritu, poco llevado ahora a la meditación. (CARPENTIER, 1993, p.12)

Desde el punto de vista del tiempo tenemos aquí la clave del enigma. Él percibió que estaba yendo hacia atrás, pero no podía meditar al respecto, pues caminando al contrario de las agujas del reloj, no hay como meditar... solo aceptar. No hay como mirar para atrás. Es como caminar para atrás sin poder girar la cabeza, no podemos mirar porque es el futuro del pasado. La dirección de la flecha del tiempo puede ser vista en el relato, pues ve las cuatro en el reloj, luego las tres, pero no podía dar vuelta la cabeza para el futuro.

La flecha psicológica del tiempo, la que apunta en la dirección del futuro, dejando para atrás el pasado, la podemos entender describiendo los procesos que ocurren en un computador -el ejemplo más próximo de la mente humana-.

Comparemos a Marcial, que está avanzando hacia el pasado, con HALL, la super-computadora de la película de Kubrick ''2001, Odisea en el espacio''. En cierto momento, HALL debe ser desconectada; poco a poco, son retirados sus componentes, después de una lucha hombre-máquina, y su memoria comienza a ser apagada. En esa escena, la máquina, que inicialmente ruega para que no la desconecten, va cambiando su respuesta verbal y a medida que le quitan cada parte de sus mecanismos, queda en un estado comparado al de un niño, que sabe decir un versito, y sabe cantar, sabe su nombre, y después el silencio total. Muerte. La computadora, a medida que viaja hacia su destrucción, hacia su origen, va perdiendo la memoria del futuro y recuerda solamente y cronológicamente el pasado. Comparando con el cuento de Carpentier, al narrador se le escapa, refiriéndose a Marcial: ''El mundo de las ideas se iba despoblando...'' (CARPENTIER, 1993, p.13)

La computadora, así como Marcial, recuerda el futuro pero no el pasado. Marcial está en un mundo en el que la flecha del tiempo apunta en el sentido de la disminución de energía (en un computador, cuanto más avanzado, más energía consume). Así que para que sea posible este viaje al pasado, debería existir alguna fuente de energía muy grande. Podría ser el propio anciano... pero a quién le interesa saber si es posible o no... después de haber tragado un montón de jirafas, unos mosquitos no harán la menor diferencia...

En el capítulo VIII, ''los muebles crecían'' (como Alicia en el País de las Maravillas de Lewis Carrol) [...] ''y desde ese día Marcial conservó el hábito de sentarse en el suelo'' (p.18). De repente el narrador se mezcla con Marcial - niño: ''Solo desde el suelo pueden abarcarse totalmente los ángulos y perspectivas de una habitación.'' (CARPENTIER, 1993, p.19). Alicia lo comprendería, ¡claro!

Y llegamos al capítulo XII, en el que entra en el cuerpo de la madre y se transforma en un feto:

Era un ser totalmente sensible y táctil. El universo le entraba por todos los poros. Entonces cerró los ojos, que solo divisaban gigantes nebulosos y penetró en un cuerpo caliente y húmedo, lleno de tinieblas que moría. El cuerpo, al sentirlo arrebozado con su propia sustancia, resbaló hacia la vida. (CARPENTIER, 1993, p.24)

Pero la técnica Carpenteriana llega a sus últimas consecuencias, pues consigue, correr, volar con las palabras. '' Los minutos sonaban a glissando de naipes bajo el pulgar de un jugador'' (CARPENTIER, 1993, p.25). Estamos llegando al comienzo donde el tiempo, el inicio, el fin es uno solo, un tiempo circular en el que todo forma parte y no se separa.

El episodio final de la película de la ''Odisea'', lleva en torbellino a compararlo con la lucha del eterno retorno en el poema épico de Homero, donde Ulises vuelve a su patria, después de años de lucha, para encontrar su identidad. La época, poco importa; un hombre solitario en una nave en la inmensidad del espacio se encuentra con aquello que siempre buscó- representado por un monumento negro-. Algo sucede, comienza a sentir todo tipo de perturbaciones, luces estallan perturbando los sentidos, y pasa por transformaciones (como Ulises) y sufre... como quien está naciendo, pasando por el canal del parto. Está en el espacio rodeado por una nube que se va transformando en algo como un cordón umbilical y en el medio de sonidos (como los que debe oír un bebé antes de nacer) se encuentra en una casa, donde se ve él mismo, más maduro y en el mismo espacio, se ve en el lecho de muerte. Todas las imágenes reunidas, junto al monumento (conciencia de sí, origen de todo) y envueltos todos por una atmósfera de tiempos en el que aparece un feto. Todos en uno. Todos en búsqueda de todos, comienzo y fin en un solo punto...

Sí, el tiempo corrió para atrás, y el universo se des-construye, el séptimo día llega al primero:

Las mantas de lana se destejían, redondeando el vellón de carneros distantes. Los armarios, los bargueños, las camas, los crucifijos, las mesas, las persianas salieron volando en la noche, buscando sus antiguas raíces al pie de las selvas. Todo lo que tuviera clavos se desmoronaba. [...] Todo se metamorfoseaba regresando a la condición primera. El barro volvió al barro, dejando un yermo en lugar de la casa. (CARPENTIER, 1993, p.25)

El barro volvió al barro como en el génesis, (con el orden del barro invertido) y ahora la construcción del nuevo ser puede realizarse... ¡y del barro puede surgir el hombre nuevo!

Y así llegamos al capítulo XIII donde la vida vuelve a ser cronológicamente normal, los relojes ahora giran hacia la derecha, los obreros llegan y encuentran la mansión derrumbada, y ''el sol viajaba de oriente a occidente, y las horas que crecen a la derecha de los relojes deben alargarse por la pereza, ya que son las que más seguramente llevan a la muerte'' (CARPENTIER, 1993, p.26).

Carpentier juega con las leyes físicas del tiempo, invierte el sentido de las agujas del reloj e instaura la memoria del futuro. La vuelta a la semilla crea la posibilidad del nacer de otra América. La historia des-construida nos muestra representantes del poder tanto económico como político como capitanes y condes, nos recuerdan opresores y dictadores de los cuales América Latina tiene como des-vanagloriarse. Ceres, La Gran Madre, la fuerza del tiempo mítico, acompaña la demolición. Este extraño viaje hacia el pasado, en contra de la corriente del tiempo dibuja la imagen de un mundo en el que el precio que debe pagarse es el aumento del orden.

El viejo, hechicero, representa, simbólicamente las manifestaciones de los contenidos irracionales de la psique. El brujo hace volver el tiempo para, en un trabajo del inconsciente, posibilitar el re-comienzo de una América sin brujerías, conciente de sí misma, reorganizada. No mágica pero real, creciendo a partir de una nueva semilla que no es pura, ingenua. Una semilla que trae en su cuerpo la experiencia de una vida tomada por asalto por dominadores, por dictadores.

En el rebobinar de la historia, junto con la imagen de la semilla, - que debe morir para transformarse - sentimos la presencia de los relojes derretidos de Salvador Dalí en su obra La Persistencia de la memoria que consiguió resumir el sentimiento de toda una época en la que el tiempo era un fluir y la materia no estaba unida al espacio-tiempo. De repente, con la teoría de la relatividad general, de Einstein, la presencia de la materia, se volvió indispensable. El espacio-tiempo se comporta como un plástico, deformable, respondiendo a la presencia de la materia-energía-. Y por hablar de energía, citemos las palabras del propio Carpentier en entrevistas recopiladas por Salvador Arias:

El presente es adición perpetua. El día de ayer se ha sumado al de hoy. El de hoy se está sumando al de mañana. La verdad es que no avanzamos de frente: avanzamos de espaldas, mirando hacia un pasado que, a cada vuelta de la Tierra, se enriquece de 24 horas añadidas a las anteriores. No somos -en cualquier tránsito de nuestras vidas- sino hechura de nuestro pasado. (ARIAS, 1975, 24p.)

La historia, retorna en el cuento al mismo lugar, en la propia diferencia. Recultivar una América ingenua es permitir que la historia se repita igualmente o quizás re-cultivar una tierra en una búsqueda de los fertilizantes para que ella crezca saludable. Como en la ''Odisea'', una búsqueda unió presente, pasado y futuro... la de todos, la del hombre, la de América. El espacio-tiempo se curva ante la materia –energía-.

Y el barro volvió al barro, el comienzo se unió con el final. Cronos, el de curvo pensar sonríe. Cae el telón del tiempo cronológico, tirano, y ensaya una palabra: FIN

Para comenzar todo nuevamente...

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ARIAS, S. Recopilación de Textos sobre Alejo Carpentier. La Habana: Casa de las Américas, 1975, p. 24.

CARPENTIER, A. Guerra del Tiempo, Viaje a la semilla. Madrid: Alianza, 1993.

ELIADE, M. Mito y Realidad. Madrid: Guadarrama, 1973, p. 210.

GLEISER, M. A Dança do Universo: Dos mitos da criação ao Big-Bang. São Paulo: Schwarcz, 1997.

GOTT, J.R. Viagens no tempo no universo de Einstein. Rio de Janeiro: Ediouro, 2002.

HAWKING, S. Uma Breve história do tempo. São Paulo: Círculo do Livro S.A., 1988.

PRIGOGINE, I., STENGERS,I. Entre el Tiempo y la Eternidad. Lisboa: Florbela Gradiva, 1990.

SEIJAS, P.D. La gran narrativa latinoamericana. Caracas: Monte Ávila Latinoamericana, 1992.