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An. 2. Congr. Bras. Hispanistas Oct. 2002

 

Piglia y Renzi: el autor y un personaje de ficción

 

 

Susana Inés González

USP

 

 

Ricardo Piglia tiene como muchos escritores un personaje de ficción que lo representa. La presencia de Emilo Renzi está asegurada por la marca de autor. Forma parte del ámbito de incumbencia del narrador, también de su discurso paratextual y hasta ha incursionado en la crítica literaria1. Entre las características de este personaje, una es cierta coherencia de aparición en la ficción: desde los primeros relatos de La invasión (1967) hasta su última novela Plata quemada (1997). Otra, es la referencia constante que Piglia hace del mismo, en los paratextos, no sólo al adelantar el protagonismo que tendrá en la futura narración, sino remarcando su perfil, adosándole nuevos rastros.

Ante una observación del conjunto del universo ficcional se deriva que no hay una preeminencia de Renzi, exceptuando la primer novela Respiración artificial (1980) y la ponderación que tiene en La ciudad ausente (1992), incluso desdoblándose en otro personaje: Junior. Si Renzi se hace popular y reconocido a partir de Respiración artificial y este último parece representar la correspondencia de trazos que el autor define, ¿cuáles son las características del (de los) Renzi(s) de los primeros relatos? ¿Es un efecto de estilo, un tono, como señala Piglia?

¿Se puede hablar de una perspectiva homogénea sobre este personaje? ¿O es una especie de ''perspectiva-retrospectiva'' creada?, es decir ¿qué peso tienen las referencias paratextuales, las miradas teóricas, para indicar una re-lectura sobre el recorrido del mismo? Al momento la reflexión atiende sólo al discurso de ficción y no de crítica. Voy a centrar el análisis en cuatro relatos, pretendo trazar un recorrido de este personaje, básicamente buscarlo en su génesis y definir sus características. En la primera compilación La invasión, Emilio Renzi hace su debut público en el relato homónimo (PIGLIA,1967, p 93-99), también en ''Tierna es la noche''(Ibid.,p.103-113) se podría asociar como un guiño del narrador la única referencia que se hace al protagonista como ''Emilio''. Además de los dos cuentos mencionados, más conocida es la actuación de Renzi en otros relatos no tan distantes como ''El fin del viaje'' (1994, p.13-35) y ''La loca y el relato del crimen'' (Ibid. p.65-72).

Para el abordaje y la caracterización de Emilio Renzi en estos relatos tomo como punto de partida el concepto de perspectiva 2, es decir atender a la idea de situarse en quién ve y cómo ve, y no en quién narra. Siempre dentro del marco de la ficción, la perspectiva es uno de los modos de regulación narrativa y que tiene que ver con el lugar y la manera de la focalización. En el caso de Renzi, el narrador fija el foco en él. Analizar a Renzi en la ficción, reconocer su perfil y su comportamiento, es acercar una comprensión de una perspectiva narrativa, de un punto de vista ¿Qué hace el narrador con Renzi? ¿ Siempre que aparece Renzi está puesto el foco de la narración en él?

 

Renzi: la génesis de un personaje

En ''La invasión'' Renzi aparece por primera vez. En palabras del autor el relato narra lo siguiente ''[...]; Renzi está haciendo el Servicio Militar y, por una falta menor, es enviado al calabozo. Allí asiste a una relación entre dos chicos y mira eso de un modo que puede ser de atracción o de pavor'' (ROFFÉ, 2001, p.107). Es un breve relato que transcurre en una celda, con sólo tres personajes masculinos. Renzi aparece sólo nombrado por el apellido, pero llama la atención que en pocas páginas se repita treinta y dos veces su identidad. No puede desatenderse este dato si asociamos que, precisamente, se da una marcada insistencia por recordarlo en su primera presentación. De los otros protagonistas se conoce, también por el apellido, sólo a uno de ellos Celaya. El otro es el morocho.

Si bien se hace explícito un plano de lectura que pondera el efecto que provoca la conducta de dos hombres rudos en la cárcel manteniendo relaciones sexuales, ante la mirada temerosa sostenida por Renzi con esa suerte de rol de voyeur que desempeña; hay otra línea de interpretación que se abre. En principio el contexto que sitúa el relato enfrenta dos antagonismos en juego, lo civilizado y lo bárbaro. El mundo de lo conocido, en el cual el sujeto-Renzi puede re-conocerse y lo desconocido y por lo tanto amenazante. No otra cosa es la cárcel y quienes están adentro.

Y es esta una línea divisoria básica porque Renzi quedará definido, de aquí en adelante, de un solo lado: de la frontera del mundo civilizado. Es estudiante, y después seguirá siendo estudiante universitario, periodista o escritor. De tal forma es éste el primer trazo de la perspectiva dada por el narrador al personaje. Su perfil se define en este posicionamiento. Tanto la mirada de Renzi-personaje-narrador como el relato en tercera persona que lo tendrá como protagonista, ambos tendrán la óptica adosada de una serie de competencias relacionadas con el universo intelectual. Es, en síntesis, una mirada reflexiva.

Renzi es rechazado, está fuera de lugar, dislocado, no tiene forma ni modo para acceder a un universo cuyos códigos le son ajenos. En todo el relato el intento de diálogo es cortado y violentado por el desprecio de los otros. De tal forma, más que la observación y la mirada, más que el miedo ante lo desconocido, y hasta una cierta repulsión que se desprende de la descripción de esos cuerpos masculinos, en relación amorosa; más que todo eso, entiendo que se destaca el vacío que deja la palabra que no será escuchada. Es la certeza de ser obligado al silencio, es el horror de no poder comunicarse porque no lo quieren oír. Es decir, es la ausencia de diálogo, son esos elementos los que refuerzan este relato. Como señala Bajtín '' para la palabra (y, por consiguiente, para el hombre) no existe nada peor que la ausencia de respuesta. [...] La palabra quiere ser oída, comprendida, contestada, y contestar a su vez a la respuesta, y así ad infinitum '' (1989, p.319 )

Y no se trata sólo de la interrupción de diálogo entre autor del enunciado y el destinatario, sino de la ausencia del tercero, es decir del posible destinatario que puede estar ubicado en otro tiempo, espacio y con otras cosmovisiones. Esto nos hablaría de la búsqueda, de toda palabra expresada, de otras instancias de comprensión y respuesta. En este sentido, la pérdida de referencia y la soledad absoluta de Renzi se expresa por la negación de la palabra propia.

Por eso la representación angustiante de este primer Renzi, con un narrador en tercera persona y con su insistente marca de identidad. El foco del autor se perfila en esta reflexión, ilumina un camino para Renzi ya que no será tan sólo el que vivirá las experiencias sino, particularmente el destinado a contarlas, de tal forma gana una postura crítica, reflexiva que define un sujeto-personaje consustanciado con el ámbito intelectual.

En ''Tierna es la noche'', el nombre Emilio que le faltaba al Renzi de ''La invasión'', se hace presente y sólo una vez en este segundo cuento. Ahora este Renzi, en adelante nada más que Emilio, parece más seguro ya que no necesita ser renombrado. Es, entonces, un relato de Emilio en primera persona, que vive en una pieza. Hay una historia amorosa de desencuentro con una mujer: Luciana y un final trágico. Conocemos a quien narra, como fue expresado, sólo por una única referencia que podría pasar desapercibida. Sin embargo se compensa esta ausencia onomástica por el fuerte sentido de apropiación de la palabra que tiene el personaje. Emilio cuenta con el camino libre para utilizar la palabra y lo hace, y hasta se cuestiona cómo hay que contarlo, en palabras del narrador:

de todos modos no estoy seguro si hay que contarlo así. Ahora las
cosas se me diluyen, lejanas, y parece lo más natural que anoche
hubiera sucedido hace muchísimo tiempo; que anoche, hoy mismo,
estuvieran antes que, por ejemplo, aquella tarde '' (1967,p.103)

En las dos primeras líneas, además, la posesión de una pequeña máquina de escribir refuerza el lugar que ocupará Emilio ''querer tranquilizarme con una lettera 22 cuando Luciana está tirada allá y es inútil'' (ibid., p.103) De tal forma, ahora Emilio muestra el dilema: ¿cómo hay que contar? ¿cómo hay que narrar? Las dos formas del relato, hablado y escrito, se detienen ante lo mismo: el artificio del lenguaje, el artilugio de cualquier (re)presentación. Volver a narrar ésa es la cuestión que seguirá inquietándolo. Para este Renzi los hechos reales, las experiencias se diluyen lejanas o se deforman. Si bien no se le niega la palabra y el relato avanza sin interrupciones, Emilio antes de asumir la apropiación del foco del relato, dejará sentada la inquietud. El relatar es una forma de componer lo real, de volver a restituir con palabras la verdad de los hechos, el mundo de la ficción restaura la experiencia. Esta vez está latente la relación de la ficción con la verdad, por el camino de lo verosímil se puede acercar una comprensión, ya que la ambigüedad se cultiva en el mundo objetivo. Por eso Emilio se confunde cuando interroga la temporalidad de los hechos:

A veces uno necesita creer en señales, en avisos que no supo
ver. Ahora (ahora después que abrí la puerta de la pieza de
Luciana y me tiré para atrás, como encandilado) esa madrugada
en la boîte me parece una repetición, un signo de todo lo que
pasó esta noche. A lo mejor por eso se me mezclan, por eso
no sé si fue hoy a la madrugada o aquella vez, hace más de tres
meses,(p. 106)

Pudo ver porque fue partícipe de la experiencia pero no supo comprender. Es, entonces, el volver a contar lo que le permite acceder al lugar seguro del entendimiento al transmitir un relato verosímil en ese juego irreal de temporalidad que instaura toda ficción. Estarían aquí en juego dos instancias de acceso a lo real: la experiencia pura, el vivir; o el contarlo, el relato de otro que por efecto de ese distanciamiento acerca una lectura posible y creíble. Destaco, entonces, un segundo trazo de la perspectiva creada sobre Renzi, me refiero a la distinción que le cabe de tener la facultad de relatar

En ''El fin del viaje''3 el narrador enfoca la fábula, ahora sí, en el personaje con identidad completa: Emilio Renzi. En el primer renglón se lo nombra y en la tercera página se hace presente, por primera vez, una breve pero contundente descripción física ''su cara parecía gastada, una máscara carcomida'' (PIGLIA, 1994, p.17).Ya no es un Renzi joven, sino adulto que parece más cansado que viejo. Ahora tiene una profesión definida: es periodista, hace crítica de libros, trabaja en un diario.

En el texto se narra el viaje que realiza Renzi, en ómnibus hasta Mar del Plata, en Buenos Aires, en invierno. Va al encuentro de su padre agonizante, después de pegarse un tiro. En ese trayecto también conoce una mujer. Emilio Renzi asume, aquí, la escritura como práctica segura e indispensable. Lleva una libreta de tapas negras, un diario y escribe los recuerdos para no perderlos '' Viernes 17: En viaje a Mar del Plata. [...] Recuerdo dos cosas: esa extraña aparición, la última vez [...] la tarde que nos sacamos una foto ''(Ibid., p. 16). Así recupera en la escritura el vínculo filial y el narrador ahora sí, deja incorporada esa característica, le asigna a Emilio la facultad y el uso de la escritura, pero no como otra competencia más, sino como un posicionamiento clave.

Al personaje le sirve el espacio expansivo de la escritura para incorporar su voz en primera persona, intenta encontrar una respuesta en la lectura de las páginas del diario y adelantar, además, con el registro escrito lo que vendrá. Por eso, nuevamente, hace jugar un papel decisivo a la palabra escrita ante la temporalidad indefinida, y es el de la recuperación de la memoria para detener el pasado que se borra. El personaje está armado de otro poder para enfrentar el relato de los hechos: tiene su escritura reflexiva, personal.

El último cuento propuesto para el análisis es ''La loca y el relato del crimen'' El relato tiene como tema de fondo el crimen de una prostituta: Larry. Entre los otros personajes se cuentan los sospechosos Almada y Antúnez, que se mueven en ese submundo promiscuo y la única testigo del asesinato: Echevarne Angélica Inés, alias Anahí o ''la loca'', es decir una enferma mental que repite un único relato incomprensible. Emilio Renzi es quien va a descifrar y por lo tanto a descubrir el misterio del crimen.

El texto está organizado en dos apartados, el narrador presenta, recién en la primera línea del segundo apartado, a Emilio Renzi y a partir de ahí éste ocupa la atención y dirige el relato. Es otro el escenario que lo contiene: las oficinas del Diario El Mundo4 y en la sección de crítica literaria. De tal forma, si bien ahora Renzi desempeña el rol de sabueso de turno, no es ni el periodista avezado ni el detective sagaz sino un improvisado notero de la sección policial. Igual se equipara a sus mentores al desplegar dotes de pensador analítico, de intelectual pasivo y observador pero tan falto de experiencias en el mundo del delito, como adosado de instrumentos para desandar la crónica del crimen y restablecer el relato verosímil de los hechos.

¿Y dónde se ubica Renzi? Ni los relatos autorizados, ni los marginales del sub-mundo del delito; ni el relato excluido de la locura, lo contienen. Está afuera de esas dimensiones y se mueve en el espacio de la ficción, ése es el lugar autorizado para lograr descifrar el relato verosímil. Y quien además, se desplaza entre los territorios y su voz tiene la fuerza de quien posee el artificio y la habilidad de desentrañar, en el relato de la loca, la verdad de los hechos. Renzi, entonces, va a restaurar el discurso excluido de la locura recomponiendo las palabras, modificando la nulidad de las mismas que, como señala Foucault, nos lleva a la sospecha de que ahí buscamos un sentido (cf., 1998, p.12). Y restaurar el sentido sólo le cabe a quien tiene el manejo de la ficción, el que cuenta tiene el poder, el que relata accede a la verdad.

El interés reside en el lugar en que se puso en este relato a Renzi / doble, en una suerte de argumento policial, con algunas pistas del género, no es policía, ni detective, ni informante, ni periodista, es quien escribe reseñas literarias, es: el escritor. De tal forma se hace presente otra vez el imperativo de volver a contar, a (re)escribir, es decir, componer el relato en la palabra escrita. Con la distancia de la ausencia de la observación, volver a mirar sin haber visto, volver a contar lo que otro contó parecería que es el camino para acercarse a la verdad.¿Y qué hace Renzi con la verdad? Entre la opción de redactar su renuncia al puesto o su denuncia al juez elige salir de esta disyuntiva y volver a la trampa: utiliza la máquina de narrar.

Relatar, volver a contar, re-escribir la versión única desde la mirada del escritor, en un relato que termina como empieza. Y es, precisamente, esa resolución final la que desenmascara al Renzi / detective y descubre al doble del escritor, porque no se cumple con el imperativo policial de la muerte del relato, es decir la clausura por la revelación, sino que se elige la re-escritura. Es la forma de mantener la memoria. La verdad la tiene Emilio Renzi, la voz autorizada del escritor.

Hasta el momento, el personaje asume una focalización que tiene trazos definidos tanto en su perfil como en su carácter y su comportamiento. El narrador crea con Renzi una perspectiva del relato, su voz esta destinada a relatar los hechos y mantiene un punto de vista y una cosmovisión coherente y consustanciada con ese posicionamiento. Es así como Emilio Renzi puede observar, ver otras experiencias o también vivir experiencias propias pero en todos los casos está destinado a contarlas. De tal forma la importancia no radica en quien tiene la visión, poco importa si es Renzi el que cuenta en primera persona, lo que se destaca es cómo es esa visión, es decir qué relato (re) crea aquella mirada que, precisamente, nos habla y que identifica y define al personaje por toda su carga expresiva. Y ¿cuál es esa carga expresiva? ¿Cuáles son los rasgos, los trazos que tiene Renzi, al momento? Una primera aproximación nos muestra un recorrido que sostiene cierta coherencia cronológica ficcional, como cualquier sujeto real realiza un tránsito temporal progresivo. Es decir, primero será un joven estudiante universitario hasta que adquiere la fisonomía de hombre maduro y con una profesión. De manera que a Emilio Renzi lo rastreamos en la ficción también desde un relato cronológico progresivo, en su génesis, en su crecimiento físico, en su inserción social y en su formación intelectual.

Son trazos que el narrador va incorporando y que denotan un camino de crecimiento en el perfil y en las características. Emilio Renzi se presenta posicionado en el universo intelectual, su foco será el de una mirada reflexiva, atento a las experiencias pero distante, con una postura analítica. Será testigo, observador o partícipe hasta ocupar el espacio definido y reservado por su creador que es el lugar de quien tiene la propiedad, el monopolio del relato. Se condiciona así un relato homogéneo, coherente, a veces provocador, pero siempre pensante y hasta con una actitud de juicio moral, de un alter ego, que igual que el autor lleva un diario personal. Renzi hace uso de las formas expansivas de la escritura, (re)escribiendo en el relato ficticio otras lecturas para ser leído.

Se instala de esta forma, una perspectiva, una voz, un recorrido del relato ficcional que presenta asociaciones fuertes con la recuperación de la memoria - ya que se escribe para no perder el pasado, para adelantar lo por venir - y con la restitución de lo verosímil, porque la vida parecería ser el lugar de la ambigüedad y la ficción el de la certeza. Emilio Renzi es quien está facultado para relatar, volver a contar desde su punto de vista, se apropia de un discurso para mantener la autoridad del relato. El que cuenta tiene la verdad.

 

BIBLIOGRAFÍA

BAJTIN M.M. Estética de la creación verbal. México: Siglo XXI, 1989.

FOUCAULT M. A ordem do discurso. Aula inaugural no Collége de France, Pronunciada em 2 de dezembro de 1970. São Paulo: Loyola, 1998.

GENETTE G. Discours du récit. In: Figures III .Paris: Du Seuil, 1972, p.183-224.

PIGLIA Ricardo La invasión. In: La invasión. Buenos Aires: Jorge Álvarez, 1967, p.93-99

_______Tierna es la noche. Ibid. p. 103-113.

_______Crítica y ficción. Buenos Aires: Siglo XX, 1993

_______ Respiración artificial. Buenos Aires: Sudamericana, 1993.

_______ El fin del viaje. In: Nombre falso. Buenos Aires: Seix Barral, 1994, p.13-35

_______La loca y el relato del crimen. Ibid. p. 65-72.

_______La ciudad ausente. Buenos Aires: Seix Barral, 1997.

_______ Plata quemada. Buenos Aires: Planeta, 1997.

RENZI E. Hudson: ¿Un Guiraldes inglés?. Punto de vista, Buenos Aires, año 1, n 1, p. 23-24, marzo 1978.

ROFFÉ R. Entrevista a Ricardo Piglia. Cuadernos Hispanoamericanos, Madrid, n 607, p.97-111, enero 2001.

 

 

1 Emilio RENZI firma el artículo '' Hudson: ¿Un Guiraldes inglés? '', publicado en 1978 en Punto de vista, p. 23-24. La utilización de seudónimo realizada por Piglia tal vez se explique ante lo significativo de la fecha. En esos tiempos muchos escritores utilizaron esa práctica por una cuestión de sobrevivencia.
2 Ver GENETTE G., refiere este concepto dentro del espacio de análisis del autor: 4. El modo, pp.206-207.
3 Una interpretación de este cuento fue presentada en ocasión del I Congreso de Hispanistas, Niteroi 2000. En la misma destaqué otros aspectos: las diferentes metáforas como recorridos de lectura; la auto-referencialidad observada a través de Renzi; y la variante de duplicidad o planos dobles en el procedimiento constructivo del cuento.
4 El lugar de trabajo de Renzi – el diario El Mundo - que se repite en otros relatos es un homenaje a Roberto ARLT.