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An. 1 Simp. Internacional do Adolescente Mayo. 2005

 

Pensando la adolescencia, hoy. La clínica desde una perspectiva vincular psicoanalítica

 

 

Lic. Graciela Selener

Miembro Adherente de ApdeBA. Miembro Titular de la AAPPG. Docente de la Universidad de Mar del Plata. Provincia. de Buenos Aires. Argentina

 

 

1. Condiciones Actuales de Producción de Subjetividad

En los últimos meses abundan en los medios gráficos de la Argentina titulares como los siguientes:

Un país fuera de control (el estado ausente)
Nunca fue tan difícil ser joven
Un hecho violento por semana en las aulas
Seis de cada diez chicos y jóvenes viven en la pobreza

Vivimos en un mundo donde todo fluye, y también la palabra deviene superflua porque los referentes aludidos por ella cambian, y los contextos mutan permanentemente.

Pero si analizamos la palabra y la comunicación desde nuestro lugar como analistas, y establecemos un diálogo con estos titulares de los diarios, creamos una situación desde nuestra práctica, podemos pensar y tratar de entender que significan y que anudan estos textos.

Es evidente que necesitamos en las condiciones socioculturales en las que vivimos ubicarnos en el orden de los cambios para poder pensar en "la era de la fluidez" (Lewkowicz, 2003)

La realidad externa ya no es posible ubicarla fuera de la clínica ya que el sujeto que consulta está impregnado del campo socio-histórico y simbólico que forma la base productiva que lo constituye como tal.

Resulta indispensable, entonces, pensar la incidencia de las actuales condiciones histórico sociales en las transformaciones de la subjetividad adolescente.

Con un futuro incierto, con un mercado laboral sin oportunidades y en el que la educación no garantiza un lugar; sin protección específica del Estado ni canales abiertos de participación, los jóvenes concentran un intenso maltrato social en la Argentina fragmentada. Si bien son grandes consumidores del espacio social, a partir del cual constituyen en parte su identidad, lo cual despierta gran interés para una sociedad de mercado, simultáneamente están muy descuidados desde su inserción en el estudio y en lo laboral, lo que genera un futuro incierto.

Se complican los espacios de socialización habituales de los jóvenes, la familia asiste perpleja al cambio de condiciones y la educación no garantiza la inserción en un mundo social protector. En la ciudad crecen las fronteras internas que la dividen. El espacio urbano se fragmenta.

Ser joven es una experiencia desigual según el sector socioeconómico al que se pertenezca. No es lo mismo un joven cartonero, un habitante de una villa o un estudiante de un colegio inglés.

Los sectores más pobres, cada vez tienen menos movilidad, viven casi en experiencias de ghetos, encerrados en sus barrios. La clase media está atravesada por la desconfianza que surge de la inseguridad. Y las elites se refugian en lugares exclusivos, barrios privados y centros de diversión dentro de la misma lógica.

En un mundo tan fragmentado y dispersos, son diferentes las formas de vivir la juventud.

Pensar la adolescencia hoy, es pensarla en condiciones contemporáneas con prácticas sociales dispersas, como las descriptas, que hacen imposible una categorización unificante. Es difícil hablar entonces de adolescencia en general. Mi propuesta es considerar distintas adolescencias, aspecto que desarrollaré en el siguiente punto.

Como decía previamente en la actualidad, se plantean alteraciones en la familia nuclear: la pérdida de la condición salarial, flexibilidad laboral, incertidumbre respecto al futuro, pérdida de las protecciones sociales, borramiento de las fronteras generacionales y la acumulación de información que al estilo del zapping impide la posibilidad del saber genuino.

A que apunta la idea de un estado ausente al que alude uno de los titulares de los diarios? Se refiere a un declive institucional donde el Estado ya no es lo que era, no oficia como antes lo hacía al igual que la escuela y la Iglesia de garantes sociales.

Se forman nuevas coordenadas que remiten a nuevos tipos de sufrimiento de los integrantes de las instituciones, la destitución y la fragmentación que crea un clima de anomia sin orden ni provisión de sentido. Somos contemporáneos de una serie de transformaciones en el lazo social y la subjetividad instituida.

Es preciso que definamos la subjetividad, la filosofía se refiere a ella como sinónimo de "conciencia", de sí mismo, por la que el hombre se percibe como una unidad idéntica y diferente en relación a los demás.

"A partir del advenimiento del psicoanálisis y su descubrimiento del inconsciente se constituye una nueva perspectiva de la subjetividad. Algo desconocido por su conciencia orienta al individuo en su pensar, sus afectos, sus actos. La conciencia sufre una derrota definitiva en su pretensión de considerarse sinónimo de sujeto. Quien lejos está de ser la unidad proclamada.

Desde el psicoanálisis y el descubrimiento del inconsciente el sujeto no es una unidad y en buena medida es "pensado" por su inconsciente, y a partir de su inserción en una sociedad" (Yago Franco, 2000).

La subjetivación es la apropiación identificatoria que realiza el hombre de su pasado, su porvenir y el momento histórico social.

Desde aquí volvamos a otro de los titulares "Nunca fue tan difícil ser joven", seguramente se refiere a la falta de lugar en los espacios sociales, a la dificultad para la inserción laboral y educativa, a los nuevos modos de vinculación familiar.

En este sentido, si bien sabemos que los vínculos pueden tener una potencia subjetivante, también pueden generar desubjetivación.

Los jóvenes que hoy nos preocupan son excluidos del sistema laboral, social o educativo y quedan sin pertenencia, como en un extra-muro.

Cómo adquirir existencia en un mundo fluido con demandas siempre cambiantes? Solo habitando situaciones de pensamiento donde se genere un espacio y un tiempo autónomo que permitan la reinvención subjetiva.

La salida parece ser inventarse o desaparecer.

Si los nuevos modos de producción de subjetividad son situacionales, es decir que varían de situación en situación, veamos como poner a trabajar nuestra teoría psicoanalítica con adolescentes desde una perspectiva vincular.

 

2. Pensando la adolescencia hoy. Una perspectiva vincular en psicoanálisis.

Las actuales condiciones de producción de subjetividad: la dispersión, la fragmentación, el desgarro, la desligadura, la aceleración generan una clínica con múltiples formas de sufrimiento. Esto refuerza la idea de considerar Adolescencias en contraposición a la adolescencia como categoría unificante. Algunos pacientes adolescentes padecen angustia de no-asignación, sentimiento de indefensión, inermidad traducidos en pánico o en conductas agresivas e impulsivas, a veces dirigidas hacia ellos mismos a través de las anorexias, bulimias, adicciones, a veces hacia otros por medio de actuaciones y conductas violentas.

En otros jóvenes, el empobrecimiento de la capacidad de fantasear es considerable, el registro de la angustia es ignorado y solo aparece la acción en lugar del pensar. Prevalece la ausencia de la duda, del límite, del síntoma neurótico. Surge una situación traumática desde el afuera a través de las nuevas condiciones del lazo social, y también desde el adentro del adolescente por los cambios corporales, la ebullición pulsional y la variación de la apoyatura en el cuerpo. La ruptura del apuntalamiento en los ideales parentales y el resquebrajamiento de los garantes sociales del conjunto como apoyaturas grupales aportan mayor vulnerabilidad.

En la adolescencia es muy doloroso el trabajo psíquico del reconocimiento de los límites y las diferencias, esta evitación del dolor produce una reducción espectacular de la vida interior y el sufrimiento se aferra al cuerpo somatizando. Por otro lado, el apego compulsivo a la imagen tiene el poder de captar la angustia cargando a los deseos con su intensidad, suspendiendo indefinidamente el darle un sentido. Ejemplo de ello es el zapping en la TV y la adicción a las computadoras.

Un paciente adolescente de 21 años que no estudia ni trabaja, comentaba que para él la TV es como la morfina, le evita sentir dolor y no se entera de nada.

Las consecuencias de este tipo de conductas aparecen en el uso de un lenguaje vacío, las dificultades relacionales y sexuales y los síntomas somáticos, y todos ellos hablan de una incapacidad de representación que perjudica la vida sexual, intelectual, sensorial pudiendo también modificar el funcionamiento biológico.

Es importante también, tener en cuenta el aporte valioso de los medios y la computación como herramientas que pueden llevar al saber genuino, a nuevas formas vinculares, las amistades o parejas que se arman por chat, subjetividades actuales que no son mejores ni peores sino distintas a otros momentos socio-históricos. Qué nos brinda el psicoanálisis para trabajar con estos sujetos insertos en esta época? El objetivo central del psicoanálisis es la investigación del inconsciente, realizar un trabajo de simbolización para reconstruir el argumento de la historia fantasmática. Pero qué sucede cuando la angustia y la incapacidad para representar es lo que prima? Es allí donde como psicoanalistas intervenimos en el encuentro con el paciente para construir una nueva historia y producir inconsciente entendiendo a la psique como un sistema abierto en constante intercambio con el exterior.

Desde la clínica vincular psicoanalítica el otro humano, tiene un lugar fundamental, no solo en los momentos de la constitución sino también en los distintos vínculos transcurridos en la vida. Se vislumbran entonces múltiples orígenes de la construcción del sujeto ya que todos y cada uno de los vínculos producen efecto en la subjetividad.

En relación al adolescente Julia Kristeva aporta un concepto interesante, el de "estructura psíquica abierta" en consonancia con la fluidez y la inconsistencia social.

"Abierta" porque el joven tiene una identidad renovable en la relación con otros. "Abierta" porque cuestiona sus identificaciones y sus capacidades de palabra y de simbolización. Y si bien su psiquismo se abre a lo reprimido, a su vez se produce una reorganización psíquica gracias a un ablandamiento del SuperYo

La adolescencia es un proceso delicado e inestable de subjetivación, que pone en juego una doble transformación, la retransformación pulsional propia del adolescente por sobre la radical transformación del contexto.

En este sentido planteábamos con A. Besozi en otro trabajo que un buen paradigma de la clínica con adolescentes es el del entramado entre los niveles de esta doble transformación, la pulsional y la socio-histórica.

 

3. La clínica vincular y la posición del analista

Como analistas implicados en las actuales condiciones sociales también asistimos a las transformaciones de la práctica.

Una práctica donde el analista no solo es pantalla de proyección, o sede de transferencias-contratransferencias sino que es también un analista que se deja entramar, pero que puede salir y mostrarse otro. Otro que forma parte del vínculo terapéutico, otro que también se modifica aunque de distinta forma que el paciente.

La transferencia y la fantasía inconsciente aparecen en la situación analítica dentro de una escena que contiene un encuentro entre ese paciente y ese analista. El analista forma parte del "nosotros" que produce y es producido por la misma situación analítica.

La perspectiva vincular psicoanalítica es una modelización teórica que trata de pensar a partir de una escucha de lo vincular. Esta complejización del campo teórico clínico implica nuevas opciones en las estrategias de abordaje del sufrimiento. Se multiplican los elementos posibles al incluir diferentes dispositivos vinculares (grupo, pareja, familia) que abren la posibilidad de un nuevo entramado vincular, poniendo en juego la potencialidad transformadora de los vínculos.

Los dispositivos vinculares multipersonales y su validación posterior en el plano teórico-clínico, entraman la dimensión intersubjetiva y social como co-productoras del campo de lo psíquico.

Centralmente un análisis implica un encuentro que haga posible una situación de pensamiento donde se puedan dar nuevas condiciones de producción de discurso, vincularidad, subjetividad, implicando en ello a todos los habitantes de la situación, incluido el analista (Gaspari, Selener, Braqui y otros, 2004).

Si definimos al aparato psíquico como un sistema abierto entendemos al sujeto como indeterminado y a la determinación como una producción en una situación de encuentro con otro u otros. Desde esta concepción el análisis no es un proceso con etapas predeterminadas, sino el armado de una situación permanente de construcción de condiciones de pensamiento en el vez a vez de la situación analítica.

Es decir que un análisis desde una perspectiva vincular toma en cuenta la complejidad de la situación planteada en los planos subjetivo, vincular y social generando herramientas para producir un espacio y tiempo de elaboración de la emergencia del inconsciente, sus leyes de funcionamiento, sus posibilidades de transformación.

Laplanche utiliza la metáfora de la "cubeta" para referirse al recinto de la sesión analítica considerando que la situación analítica no es la pura espontaneidad sino que el analista maneja reglas para convocar la situación transferencial donde se manifiesta el inconsciente. Si bien en todo encuentro puede haber transferencia, las condiciones de la cubeta enmarca límites permitiendo que el orden del inconsciente emerja.

Aunque varíe el dispositivo del análisis, lo importante es que éste es posible si se sostienen las reglas que arman la "cubeta" y permiten centralizar en el objeto de estudio que es el inconsciente siempre considerado, a mi entender, como un sistema abierto.

Los dispositivos multipersonales tienen características distintas del setting individual: hay una puesta escénica donde el contenido manifiesto es vehiculizado por miradas, gestos, palabras, movimientos que forman parte de un lenguaje que expresa la conflictiva entre deseos y defensas, pero también las características de un encuentro situacional único e irrepetible que implica un "nosotros" pensando juntos.

La producción del vínculo con otro o mas de otro es una tarea compleja y permanente entre la representación y lo que el otro o los otros proponen como presencia, generando un arduo trabajo psíquico, propio del dispositivo grupal o individual con adolescntes.

 

Algunas Reflexiones Finales

La intención es dejar temas abiertos para seguir pensando y no conclusiones que impliquen certezas.

Nuestro recorrido por el estudio de las actuales condiciones y modos sociales apuntan a comprender como producen nuevos modos de sufrimiento en cada subjetividad, en cada vínculo

Intentamos reflexionar acerca de cómo pensar la adolescencia en tiempos de fluidez, dispersión, alteración permanente con discursos fragmentarios y fragmentados. En una situación donde lo catastrófico se define por la prevalencia del cambio por sobre lo que permanece.

Afirmamos que pensar al psiquismo del adolescente como un sistema "abierto" permite concebir la operatoria y la presencia del analista en la producción de un vínculo analítico que no solo apunte al levantamiento de represiones y a la búsqueda de un sentido oculto, sino a la construcción de nuevos sentidos; de lo impensado que se presenta y no tenía representación.

De esta manera no solo se resignifica lo infantil-histórico sino que se arma una historia a partir del advenimiento de nuevas simbolizaciones en el espacio vincular con el analista. No todo está determinado, cada encuentro implica una construcción.

La clínica desde una perspectiva vincular psicoanalítica tiene implícito el despliegue de la transferencia pero la presencia del encuentro analista-paciente trabaja en el vez a vez de la sesión insertándose en el campo representacional.

El pensar juntosincluye a un analista que a partir del trabajo del "entre", de la producción del vínculo, trabaja operativamente por el devenir del sujeto en la situación de encuentro de pensamiento.

Intentamos tratar los problemas de la adolescencia desde un abordaje psicoanalítico que implica actualizar y valorizar las herramientas que tiene el psicoanálisis en relación con la clínica y al compromiso ético con el malestar en la cultura. Herramientas que nos permitan innovar desde el lugar de analistas en el trabajo de invención que significa el análisis para un sujeto.

Seguramente, todos nosotros podamos a través de este intercambio, crear una situación de pensamiento, una producción subjetivante que aunque sea momentánea, nos permita salir de la fluidez y la fragmentación.

 

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